Nadie mejor que su madre, convencería a Bartola que todo inicio es doloroso, por eso, cuando ella recibió el primer golpe de su vida, sin saber que aquel marcará el inicio de una carrera que ni sospechaba. Cerró los ojos, apretó los dientes, respiró hondo y se entregó resignada a la contundencia de un cucharonazo de palo que se quebró en sus aun tiernas rodillas. Esther Dávila tenía sólo 15 años y recibió de su madre aquel castigo por haberse escapado del colegio para irse a cantar en un escenario. Eran los tiempos de las «Caravanas Culturales» y ningún joven talento que se estimara como tal, podía resistirse a la tentación de saltar a la fama a través de esa suerte de cruzadas que promovían reclutar nuevos valores de la música y otras artes.
Lo curioso es que Esther, a diferencia de otros artistas, no fue en busca de su destino, sino que el mismo se encarnó en la figura de Martha Chávez, «la peruanísima», organizadora de las famosas caravanas, quien asombrada por la voz y el precoz temperamento de Esther, quedaría fascinada por el talento de esta jovencita, que se inició como jugando.
Pero antes, de jugarse el todo por el todo en el mundo de la música y el canto, Esther, tuvo que hacerle frente al más duro de los retos: su propia madre, quien se negó a apoyarla en sus inicios por considerar que «el mundo de los artistas no es adecuado para una señorita de su casa». Si no fuera por los encantos dice ahora «Bartola»_ de Martha Chávez, quien más adelante se convertiría en mi madrina artística, mi padre no hubiera intercedido por mi para convencer a mi mamá de que concursara en la Caravana Cultural».
Y así fue como vino el primer triunfo para «Esthercita Dávila del Perú» que es así como se le conocía en sus inicios artísticos, pues ganó el concurso y un premio de 10,000 soles, con el cual su madre quedó plenamente convencida de que su hija…¡tenía talento!
En «El Plebeyo», popular lugar de encuentro de la bohemia criolla de aquel entonces, comenzó Esther, su carrera como cantante profesional y con ello vendrían también sus primeros contratos.
A la tercera va la vencida!
A pedido de «El carreta», Jorge Pérez, quien una noche la oyó cantar, Esther Dávila se presentó al popular programa «Danzas y Canciones» que dirigía Augusto Polo Campos. Nadie reparó en ella, pues imaginaban que era una más de las tantas espectadoras que pugnaban para ver a sus artistas favoritos. Cuando Esther, cansada ya de tantas horas de espera, estuvo decidida a no regresar más, Augusto Polo Campos casi con compasión le preguntó: ¿y a ti, qué te trae por aquí? Y ella sin arrendrarse le contestó: «he venido a cantar».
«Secreto» de Baluarte y Reyes Pinglo, fue la prueba de fuego de Esther. Incrédulo aun del talento de aquella jovencita, por la facilidad con que cantó ese tema, Augusto reta a Esther a interpretar otro. Fue con «Celos» que la novata cantante estaba ya por convencer a Polo Campos de su arte, pero no fue sino hasta que interpretó con magistral voz y encanto una marinera, CON LA QUE EL COMPOSITOR terminó por aceptar de que estaba al frente de una gran revelación del canto. Es as que a partir de tal descubrimiento, Augusto la bautizó como Bartola, en homenaje a la gran bailarina de marinera, Bartola Sancho Dávila, PUES CON LA MISMA INTENSIDAD QUE ESA LEYENDA DE LA DANZA LE PONIA A SUS MARINERAS, ESTHER HACIA DE LAS SUYAS CON EL CANTO.
SUS AMIGOS…
A PARTIR DE ENTONCES, Esther Dávila quedaría en el recuerdo y con él, la extraña combinación de una personalidad que tenía visos de audacia, pues sólo cuando conoció a Carlos Postigo, gran amigo y artista, Bartola, mucho más mujer; mucho más segura se apropió del escenario y del corazón de su público con una entrega nunca antes vista. La amistad con Postigo, marcó el segundo nacimiento de una artista que hizo de la autenticidad su sello personal.
Más adelante conocería al «Señor de la jarana»; Don Abelardo Vásquez, a quien le uniría una profunda amistad. De él, dice Bartola, aprendió los secretos de la verdadera jarana y de él también aprendió lo mucho que se puede llegar a amar a los grandes amigos.
Entre esas reminiscencias, que no hacen mas que traer al recuerdo los mejores momentos de una artista que ha paseado el nombre del Perú en Estados Unidos, Francia, Alemania, España, Canadá, entre otros lugares, Bartola les dedica un homenaje a todos los que, a lo largo de estos 31 años de vida artística, la acompañaron en esta travesía de «CARIÑO».
“Mamá me bautizó con un cucharonazo”
Bartola cuenta sus inicios y sus 50 años de vida
Vive el criollismo con profundo sentimiento. Su entrega en los escenarios le ha valido ser considerada de las mejores intérpretes de nuestra música. Adriana Esther Fernández Dávila Cossío, la gran “Bartola”, está de fiesta y celebra este miércoles 8 sus 50 años de vida.
Nos dice que “estos primeros 50 añitos han sido maravillosos” a pesar de la dureza de su infancia “pobre pero sin miseria”, porque “mi vida estuvo enriquecida por el amor de mis padres, de esa unión familiar, de unión en el callejón que no se puede perder”.
Sin embargo, su exitosa trayectoria tuvo un inicio muy doloroso, pues su madre la “bautizó” con un cucharonazo de palo, que rompió en sus rodillas por haberse desviado del colegio a Surco para participar en la “Caravana cultural Túpac Amaru”, que ganó cuando apenas tenía 16 años de edad.
Refiere que fue tan recta que la última tanda se la dio a los 31 años de edad, estando casada, por volver tarde a casa. “¿Crees que porque estás casada puedes hacer lo que te da la gana? Ese hombre no está pintado, y pin, pum, pam, me dio”, relata entre risas.
Pero en medio de todo dice fue muy amorosa y su gran maestra. “Mi madre tenía una voz que muchas profesionales quisiéramos tener hoy. Cantaba desde que amanecía, cuando lavaba ropa para sacarnos adelante mientras papá trabajaba de albañil. Interpretaba boleros, tangos, la sonora matancera. Nos hizo sentir la música de una forma distinta”, prosigue. De ahí su facilidad para cantar todo tipo de género.
Martha Chávez “La peruanísima”, organizadora de las caravanas culturales, fue finalmente su madrina artística.
Luego llegó a “Danzas y canciones del Perú”, a invitación del “Carreta” Jorge Pérez, y tras una larga espera Augusto Polo Campos le tomó la prueba. Interpretó “Secreto” pero como pensó que lo había ensayado le pidió otro tema, y cantó “Celos”. Impresionado le pidió una marinera y al escucharla la bautiza como “Bartola”, en honor a la gran bailarina de marinera Bartola Sancho Dávila.
Dice que su primer sueldo fue de 150 soles, “de esas monedas grandes, fue maravilloso”.
Bartola ha paseado su canto por muchos países y ha sido galardonada. No solo deleita con la música criolla, también con boleros, tangos y merengues. En un festival del bolero de Cuba fue considerada “mejor intérprete”. El maestro Domingo Rulo le aplaudió su manera de cantar tangos y hace poco Carlos Gassols instó a que la lleven a Argentina. “Pero no es lo mío, lo hago para llenar el espectáculo”, remarca.
Muy querida
Confiesa que por el momento su corazón no tiene dueño. Refiere que estuvo casada 12 años “pero cuando ya no funciona, lo mejor y saludable es decir hasta aquí”, aunque no pierde la esperanza de volverse a casar. “Si Dios me da esa oportunidad, bienvenido sea”.
Y si no se da, no teme a la soledad, pues dice tener mucha gente a quien amar, a su público, sus 20 sobrinos, 7 sobrinos nietos, nueve hermanos y a su padre todavía vivo.
Dice que tanto es el amor que le tienen que cuando afrontó momentos difíciles por un mal de cáncer, del que felizmente salió adelante, mucha gente estuvo a su lado.
Bartola tiene un corazón muy solidario y desde hace mucho tiempo, silenciosamente, apoya obras sociales .
Por esta razón, este miércoles, festejará su cumpleaños con un concierto en el Parque de Lima en favor de los niños con sida del programa “Un día de esperanza”. ESTHER DAVILA -‘BARTOLA’
Nadie mejor que su madre, convencería a Bartola que todo inicio es doloroso, por eso, cuando ella recibió el primer golpe de su vida, sin saber que aquel marcará el inicio de una carrera que ni sospechaba. Cerró los ojos, apretó los dientes, respiró hondo y se entregó resignada a la contundencia de un cucharonazo de palo que se quebró en sus aun tiernas rodillas. Esther Dávila tenía sólo 15 años y recibió de su madre aquel castigo por haberse escapado del colegio para irse a cantar en un escenario. Eran los tiempos de las «Caravanas Culturales» y ningún joven talento que se estimara como tal, podía resistirse a la tentación de saltar a la fama a través de esa suerte de cruzadas que promovían reclutar nuevos valores de la música y otras artes.
Lo curioso es que Esther, a diferencia de otros artistas, no fue en busca de su destino, sino que el mismo se encarnó en la figura de Martha Chávez, «la peruanísima», organizadora de las famosas caravanas, quien asombrada por la voz y el precoz temperamento de Esther, quedaría fascinada por el talento de esta jovencita, que se inició como jugando.
Pero antes, de jugarse el todo por el todo en el mundo de la música y el canto, Esther, tuvo que hacerle frente al más duro de los retos: su propia madre, quien se negó a apoyarla en sus inicios por considerar que «el mundo de los artistas no es adecuado para una señorita de su casa». Si no fuera por los encantos dice ahora «Bartola»_ de Martha Chávez, quien más adelante se convertiría en mi madrina artística, mi padre no hubiera intercedido por mi para convencer a mi mamá de que concursara en la Caravana Cultural».
Y así fue como vino el primer triunfo para «Esthercita Dávila del Perú» que es así como se le conocía en sus inicios artísticos, pues ganó el concurso y un premio de 10,000 soles, con el cual su madre quedó plenamente convencida de que su hija…¡tenía talento!
En «El Plebeyo», popular lugar de encuentro de la bohemia criolla de aquel entonces, comenzó Esther, su carrera como cantante profesional y con ello vendrían también sus primeros contratos.
A la tercera va la vencida!
A pedido de «El carreta», Jorge Pérez, quien una noche la oyó cantar, Esther Dávila se presentó al popular programa «Danzas y Canciones» que dirigía Augusto Polo Campos. Nadie reparó en ella, pues imaginaban que era una más de las tantas espectadoras que pugnaban para ver a sus artistas favoritos. Cuando Esther, cansada ya de tantas horas de espera, estuvo decidida a no regresar más, Augusto Polo Campos casi con compasión le preguntó: ¿y a ti, qué te trae por aquí? Y ella sin arrendrarse le contestó: «he venido a cantar».
«Secreto» de Baluarte y Reyes Pinglo, fue la prueba de fuego de Esther. Incrédulo aun del talento de aquella jovencita, por la facilidad con que cantó ese tema, Augusto reta a Esther a interpretar otro. Fue con «Celos» que la novata cantante estaba ya por convencer a Polo Campos de su arte, pero no fue sino hasta que interpretó con magistral voz y encanto una marinera, CON LA QUE EL COMPOSITOR terminó por aceptar de que estaba al frente de una gran revelación del canto. Es as que a partir de tal descubrimiento, Augusto la bautizó como Bartola, en homenaje a la gran bailarina de marinera, Bartola Sancho Dávila, PUES CON LA MISMA INTENSIDAD QUE ESA LEYENDA DE LA DANZA LE PONIA A SUS MARINERAS, ESTHER HACIA DE LAS SUYAS CON EL CANTO.
SUS AMIGOS…
A PARTIR DE ENTONCES, Esther Dávila quedaría en el recuerdo y con él, la extraña combinación de una personalidad que tenía visos de audacia, pues sólo cuando conoció a Carlos Postigo, gran amigo y artista, Bartola, mucho más mujer; mucho más segura se apropió del escenario y del corazón de su público con una entrega nunca antes vista. La amistad con Postigo, marcó el segundo nacimiento de una artista que hizo de la autenticidad su sello personal.
Más adelante conocería al «Señor de la jarana»; Don Abelardo Vásquez, a quien le uniría una profunda amistad. De él, dice Bartola, aprendió los secretos de la verdadera jarana y de él también aprendió lo mucho que se puede llegar a amar a los grandes amigos.
Entre esas reminiscencias, que no hacen mas que traer al recuerdo los mejores momentos de una artista que ha paseado el nombre del Perú en Estados Unidos, Francia, Alemania, España, Canadá, entre otros lugares, Bartola les dedica un homenaje a todos los que, a lo largo de estos 31 años de vida artística, la acompañaron en esta travesía de «CARIÑO».
“Mamá me bautizó con un cucharonazo”
Bartola cuenta sus inicios y sus 50 años de vida
Vive el criollismo con profundo sentimiento. Su entrega en los escenarios le ha valido ser considerada de las mejores intérpretes de nuestra música. Adriana Esther Fernández Dávila Cossío, la gran “Bartola”, está de fiesta y celebra este miércoles 8 sus 50 años de vida.
Nos dice que “estos primeros 50 añitos han sido maravillosos” a pesar de la dureza de su infancia “pobre pero sin miseria”, porque “mi vida estuvo enriquecida por el amor de mis padres, de esa unión familiar, de unión en el callejón que no se puede perder”.
Sin embargo, su exitosa trayectoria tuvo un inicio muy doloroso, pues su madre la “bautizó” con un cucharonazo de palo, que rompió en sus rodillas por haberse desviado del colegio a Surco para participar en la “Caravana cultural Túpac Amaru”, que ganó cuando apenas tenía 16 años de edad.
Refiere que fue tan recta que la última tanda se la dio a los 31 años de edad, estando casada, por volver tarde a casa. “¿Crees que porque estás casada puedes hacer lo que te da la gana? Ese hombre no está pintado, y pin, pum, pam, me dio”, relata entre risas.
Pero en medio de todo dice fue muy amorosa y su gran maestra. “Mi madre tenía una voz que muchas profesionales quisiéramos tener hoy. Cantaba desde que amanecía, cuando lavaba ropa para sacarnos adelante mientras papá trabajaba de albañil. Interpretaba boleros, tangos, la sonora matancera. Nos hizo sentir la música de una forma distinta”, prosigue. De ahí su facilidad para cantar todo tipo de género.
Martha Chávez “La peruanísima”, organizadora de las caravanas culturales, fue finalmente su madrina artística.
Luego llegó a “Danzas y canciones del Perú”, a invitación del “Carreta” Jorge Pérez, y tras una larga espera Augusto Polo Campos le tomó la prueba. Interpretó “Secreto” pero como pensó que lo había ensayado le pidió otro tema, y cantó “Celos”. Impresionado le pidió una marinera y al escucharla la bautiza como “Bartola”, en honor a la gran bailarina de marinera Bartola Sancho Dávila.
Dice que su primer sueldo fue de 150 soles, “de esas monedas grandes, fue maravilloso”.
Bartola ha paseado su canto por muchos países y ha sido galardonada. No solo deleita con la música criolla, también con boleros, tangos y merengues. En un festival del bolero de Cuba fue considerada “mejor intérprete”. El maestro Domingo Rulo le aplaudió su manera de cantar tangos y hace poco Carlos Gassols instó a que la lleven a Argentina. “Pero no es lo mío, lo hago para llenar el espectáculo”, remarca.
Muy querida
Confiesa que por el momento su corazón no tiene dueño. Refiere que estuvo casada 12 años “pero cuando ya no funciona, lo mejor y saludable es decir hasta aquí”, aunque no pierde la esperanza de volverse a casar. “Si Dios me da esa oportunidad, bienvenido sea”.
Y si no se da, no teme a la soledad, pues dice tener mucha gente a quien amar, a su público, sus 20 sobrinos, 7 sobrinos nietos, nueve hermanos y a su padre todavía vivo.
Dice que tanto es el amor que le tienen que cuando afrontó momentos difíciles por un mal de cáncer, del que felizmente salió adelante, mucha gente estuvo a su lado.
Bartola tiene un corazón muy solidario y desde hace mucho tiempo, silenciosamente, apoya obras sociales .
Por esta razón, este miércoles, festejará su cumpleaños con un concierto en el Parque de Lima en favor de los niños con sida del programa “Un día de esperanza”.
fué la Biografia de Bartola.
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