jueves, 29 de marzo de 2012

Es el único luxemburgués con el que he tenido una charla en toda mi vida. Menudo gentlman es Francesco Tristano. Apunta maneras al piano y en el trato. Se nota que viene de formación clásica que aún así traspasa categorías y esquemas conceptuales, tanto vitales como artísticos. “Luxemburgo es un país con un nivel de vida tan alto como el aburrimiento que viven sus gentes”, me comenta este barcelonés de adopción que ha empezado a sonar en los clubs de todo el mundo gracias a sus colaboraciones en InFiné. Y a sus celebrados cameos (Von Oswald, Carl Craig, Ed Handley, Murcof…) con los que cubre un amplio espectro de la música electrónica de los últimos veinte años.
¿Pianista de jazz en clubbland?
Nunca he sido un pianista de jazz. Al final no importa tanto si soy pianista de techno o de clásica. No hay diferencia clara entre estas músicas. En el jazz caben muchas formas de expresión, si lo entendemos así, puede que me sienta más satisfecho con esa etiqueta. Me identifico con todo lo que tiene que ver con la improvisación. Con la música abierta. Entonces si, soy pianista de jazz.

Ed Handley (Plaid) no se prodiga demasiado con su alias Balil y a usted le hizo una remezcla digna de elogio para su anterior The Melody.
Fue una sorpresa para todos. Yo siempre escuché mucho a Plaid. Sabía que Ed podría decir algo al respecto de lo que yo había escrito. Los gestores de InFiné contactaron con él porque lo conocían y se acabó de decantar cuando me vio actuar en el Sónar del año pasado. La hizo muy rápido. Es un prodigio. Muy fina, si.

¿Cómo fue su relación con Moritz Von Oswald con el que ha trabajado en su última aportación a InFiné (Auricle Bio/On)?
La verdad es que es un tipo con unas formas y maneras increíbles, tanto en sus relaciones sociales como a la hora de trabajar en el estudio. Jamás lo pillarás diciendo alguna ordinariez, ni siquiera por un fallo del subconsciente. Si, puede que sea un tipo algo hermético, muy alemán si quieres, pero es bien cierto que gusta de rodearse de gente y de involucrarse en proyectos. Lo que si quiero aclarar es su tarea en este disco que comentas. No ha añadido ni una sola nota. Su trabajo consistió en ecualizar el magma de sonidos que yo le entregué porque como comprenderás el piano clásico –que para mi no deja de ser un sinte- requiere de un tratamiento especial a la hora de fundirse con apuntes electrónicos. En ese sentido debo decir que hizo una auténtica obra de ingeniería que todavía se aprecia mejor en la versión en vinilo. Todo lo que escuchas en el disco son partículas de piano que están espolvoreadas por entre los dos tracks. Imagina el trabajo que conlleva darle un brillo especial a todo ese puzzle.

También han llegado a trabajar en directo en un show muy especial en esa cita de París a la que se refería antes…
Si, hace menos de un mes estuvimos en París con Carl Craig y la orquesta Les Siècles. Moritz tocó percusiones y máquinas. Estuvimos una semana juntos y para mi fue un lujo compartir tantas horas con un tipo como él. Nos conocimos hace un par de años en Berlín y por entonces yo había hecho una primera versión de Auricle y se la pasé para ver si podía hacer algo respecto al mastering y la post-producción. Le gustó mucho la música. Es una persona muy orgánica. Quiere trabajar con músicos de todos los terrenos. Es una persona muy abierta y con formación de percusionista clásico. Tiene los oídos muy abiertos para “digerir” músicas muy diferentes.

Le conocemos por tus proyectos en InFiné que además es un sello en el candelero, pero Francesco lleva vidas paralelas.
Lleva varias vidas paralelas (ríe). Una consiste en tocar en conciertos clásicos, piano con orquesta o grupos de música de cámara. Depende del mes. Hace dos fines de semana estuve pinchando en The Loft en un showcase de InFiné donde también estaba Clara Moto y Agoria. Y no te pienses, tuve que poner techno duro porque ya sabes que la pista de The Loft no se anda con chiquitas. Como te decía creo que los dos mundos se completan. Cuando llevo mucho tiempo estudiando a Bach o a Mozart me gusta tener la posibilidad de poder hacer una jam con Murcof, por ejemplo. Para mi es bastante natural jugar en los dos mundos. No me quiero limitar a nada porque la vida da para disfrutar de muchas músicas y muy distintas. Mucha gente piensa que la música de baile está unos peldaños por debajo de la música clásica. Eso no es verdad. Por la historia ha pasado mucha música clásica que no ha aportado nada a las vidas de las personas que la vivieron en su día. Es una justificación a la defensiva por parte de los conservacionistas musicales que me parece estúpida.

A ver, explíqueme eso de que también se atreve con el Djing...
Si, empecé a pinchar en New York cuando estudiaba en la Juilliard School que es una escuela muy prestigiosa de música pero como tal es bastante conservadora. Por las noches nos escapábamos a ver los Djs del downtown. Ese fue mi primer contacto con la música de clubs. Eso fue allá por el año 2000. ¡Cuánto le debemos a los conservadores!

Usted siempre a la contra...
Me gusta salirme de los marcos musicales que se me suponen “lógicos” y “normales”. Hace poco me pidieron un mix para un restaurante lounge bar de París que se llama The Last Supper y que publicó Infiné para distribuirlo entre los clientes y que es algo complicado de encontrar. En este mix también he incluido material de otro compañero en la Julliard que se llama Justin Messina que escribe partituras muy complicadas para orquestas en salas tipo Carnegie Hall y con él hago algo parecido al house. O sea que al hilo de lo que me estamos comentando, podemos detectar una nueva generación de sesudos músicos de cámara que no dudan en producir muy dignos temas de baile.

Entonces tiene la mala costumbre de juntarse con luminarias como Murcof...
Mi primer contacto con Murcof fue para sentar las bases de mi primer disco en InFiné, Not For Piano. Fue la primera piedra para trabajar en conjunto. Tocamos con bastante frecuencia. Murcof es un tipo con una imagen impoluta en los corrillos electrónicos. Es increíble lo mucho que lo admira la gente. Cuando trabajas con él todavía lo admiras más.

Además de su proyecto en solitario también aúna electrónica y pianos de cola en Aufgang.
Aufgang es la reunión de dos pianos de cola con electrónica (máquinas, programaciones y un set baterías). Tocamos en festivales tipo techno donde la gente puede bailar. Me acompañan en el proyecto mi compañero en los años de la Juilliard School, Rami Khalifé al piano y Aymeric Westrich que hace las veces de ingeniero y batería. La próxima vez que toquemos en España con este proyecto será el próximo 19 de diciembre en el CAB de Burgos dentro del marco del festival Concertados. Cada concierto de Aufgang es muy especial porque imagínate lo que cuesta mover esas dos cajas negras que corresponden esos dos pianos de cola del escenario. Un backline muy pesado para montarlo cada fin semana. Hacemos pocos bolos al año pero muy significativos.

No podemos despedirnos sin hablar de otra persona muy importante en su vida: Carl Craig.
Lo conocí hace cuatro o cinco años en una sesión que hizo en Maastricht a 200 kilómetros de mi casa en Luxemburgo. Como yo nunca lo había oído convencí a unos amigos para coger el coche y plantarnos en el club donde pinchaba. Necesitaba verlo y escucharlo. Llegamos super tarde aunque al final pudimos hablar con él. Nos presentamos como pianistas y eso le impresionó. Año y medio después lo volví a ver una tarde que pinchaba en The Loft. Le di las partes de The Melody pero él no podía aprovechar esos sonidos porque Not For Piano estaba grabado de una manera clásica respecto a la distribución de los micrófonos, a un metro o dos del piano para recoger el sonido de la sala. Entonces me dijo que me fuera con él a Detroit para grabar de nuevo los sonidos en su estudio. Desde entonces he colaborado con él en su Innerzone Orchestra con la que, por cierto, tocaremos este viernes 14 de noviembre en el festival Move de A Coruña. Lo último fue esa colaboración del Versus en París, ese encuentro entre una orquesta clásica y un productor de techno como él. Tocamos música del establishment clásico con música techno y eso produjo una mezcla de ambientes muy especial. Me pasé un mes arreglando los temas de Carl para una orquesta de 30 músicos pero lo di todo. Carl también estaba muy motivado. Al final fue un desmadre. Tocamos un par de bises y el público quería un tercero y Carl me dijo: “Vamos a tocar The Melody”. Fue demasiado. Imagínate aquella sala con el público jaleando los temas. Por cierto, muy bueno vuestro report sobre esa misma noche. Aquel experimento marcará un antes y un después en el acercamiento entre estas dos naturalezas musicales

Fue la Biografia de Francesco Tristano

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